Estivill, no olvides que eres conductista.

Por Ramón Soler

Ramón Soler: Colegiado experto en Terapia Regresiva Reconstructiva, Hipnosis Clínica, Psicología de la Mujer (Embarazo, Parto, Puerperio) y Psicología Infantil.

Hace unas semanas, mi buena amiga María Berrozpe me comentó que el doctor Estivill había borrado de su página las referencias a Skinner y Pavlov (grandes figuras del conductismo clásico), de las que tan orgullo se mostraba tiempo atrás.

En su web podíamos leer hasta hace poco: “esta metodología se basa en las líneas conductuales de la psicología y la pedagogía iniciadas por Skinner, Pavlov y otros, y que tienen como base “la modificación de conducta demostrada científicamente”

Supongo que Estivill se ha percatado de que hoy en día ser tan radical ya no vende. De ahí que, de un tiempo a esta parte, esté realizando un lavado de imagen en el que se nos presenta como el moderado “buen doctor” (amigo de los padres). Pero no debemos dejarnos engañar por este ardid publicitario: el método Estivill sigue utilizando los principios de las técnicas de control y manipulación de conducta para forzar a los niños a dormirse solos. El método Estivill se basa, fehacientemente, en técnicas de control y manipulación de conducta. El método Estivill no es un método amigo de los niños, no es moderado, ni suave. Por cierto, para los bebés y niños forzados, domados, a dormir como el método indica, desde luego, Estivill, no es el “buen doctor” ancianito que, debido a un despiste propio de la edad, dejó de hacer referencia a sus viejos amigos Skinner y Pavlov.

Ante este aparente paso atrás de Estivill, María me pidió que le aclarase con más detalle por qué el Método Estivill es considerado como conductismo… y esto fue lo que le respondí:

Hola María,

Sobre el método Estivill, tengo que decirte que, no sólo es conductismo, sino que, además, es una aplicación (nada original) del conductismo más rancio y recalcitrante que usaba Skinner en sus experimentos con ratas y palomas.

El método Estivill se encuadraría dentro de las llamadas “técnicas operantes”, que utilizan los premios y los castigos para conseguir la modificación de la conducta deseada. He encontrado un libro de los que estudiábamos en la facultad para copiarte algunas definiciones y párrafos, y que puedas encuadrarlo adecuadamente.

Los propios autores del manual dicen que “las técnicas operantes se fundamentan en las premisas del conductismo radical defendido por Skinner”.

Dentro del condicionamiento operante, una de las técnicas más utilizadas por los conductistas que trabajan con niños es la Extinción, que técnicamente se define como “la ruptura de la contingencia entre un reforzador y la conducta operante que mantenía”, pero que, en realidad, lo que quiere decir es que se deja de prestarle atención al niño hasta que deje de hacer lo que no nos gusta.

Casualmente, te puedo copiar un párrafo en el que muestran la aplicación de la extinción en un caso de un niño que llora al ir a dormir.

“Williams (1959) extinguió los berrinches de un niño de veintiún meses que había padecido una larga enfermedad en cuyo transcurso había recibido mucha atención de sus familiares. Una vez recuperado los padres intentaron retirar los cuidados especiales sin éxito. La hora de acostarse resultaba especialmente problemática. Cuando el niño se quedaba solo en su habitación empezaba a llorar y a gritar hasta que alguien entraba en su habitación y se quedaba con él. Los padres se quejaban de esta exigencia de su hijo puesto que el niño tardaba dos horas en conciliar el sueño.

Se instruyó a los padres para que ignoraran la rabieta del niño y para que una vez abandonado el dormitorio del niño no volvieran a entrar en él. La primera noche el niño lloró durante 45 minutos las noches siguientes menos de diez y a la semana habían desaparecido los berrinches.

Desafortunadamente, una tía del niño cedió una noche a sus exigencias y hubo de volver a aplicar la extinción que nuevamente tuvo éxito en pocos días. Un seguimiento realizado a los dos años mostró que las rabietas no habían vuelto a presentarse.”

Esto es lo que estudiábamos los psicólogos hace 20 años y, por lo que sé, las cosas siguen igual.

Aparte de la inquietante ausencia de comas y que el caso es de 1959, este ejemplo podría ser una aplicación actual del conocido como método Estivill que muchos padres pueden encontrar en cualquier librería hoy en día, bien entrado el siglo XXI.

Como ves, María, en ningún momento se habla de lo que siente el niño ni de los motivos que le llevan a llorar y no querer separarse de los padres. Sin pararse a pensar en las consecuencias emocionales o psicológicas que pueden conllevar estas técnicas despóticas, el único objetivo que se persigue al aplicarlas, es el de lograr extinguir, sin importar el medio utilizado, la conducta problemática (el llanto del niño). Si bien es cierto que, al final, el niño deja de llorar y se duerme, esto no sucede como consecuencia de que el pequeño no siga necesitando a sus padres, sino porque ha claudicado. Por desgracia, llega un momento en el que el niño entiende que no van a acudir a prestarle ayuda por mucho que llore. Cuando el pequeño comprende que sus necesidades de cuidado, de atención, de consuelo, no van a ser cubiertas, como mecanismo de supervivencia, se duerme y economiza sus recursos energéticos.

Para mí, María, lo más pavoroso de toda esta concatenación de despropósitos es que se utiliza la atención de los padres para manipular el comportamiento de los niños, se mercadea con el Amor. El mensaje que se transmite a los pequeños es que si quieren que sus padres le presten atención, debe amoldarse a ellos y hacer, en todo momento, lo que les ordenen.

Los conductistas creen que el niño controla y manipula a sus padres para fastidiarles, no que el niño realmente pida atención porque la necesita. Esta visión adultocentrista y negativista sobre la infancia acarrea a muchas familias mucho dolor y sufrimiento: incomprensión, tensión, conflictos, que podrían evitarse con una visión más amables y veraz sobre los niños. Los niños no nos manipulan, nos necesitan. Los niños no nos desean mal alguno, muy al contrario, siempre están preocupados del bienestar de sus padres. Los niños no son adultos en miniaturas, son niños y necesitan compañía, cuidado, atención, comprensión y mucha empatía por nuestra parte.

Los sentimientos de abandono, soledad, claudicación, sufridos durante la infancia tras haber sido sometidos a métodos de “domesticación” de conducta acarrean graves secuelas psicológicas, que son las que yo veo en mi consulta a diario. Y lo peor es que en la mayoría de las facultades de psicología, aún se siguen enseñando estos métodos de modificación de conducta como la opción ideal para trabajar con los niños (y adultos).

En fin, seguiremos trabajando para denunciar los efectos perjudiciales del conductismo y promover el respeto a la infancia.

Un abrazo ¡!
Ramón

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