Sí, es malo.
Y no necesito ser el presidente de la sociedad española de neurología pediátrica para saberlo, afortunadamente. Basta con mi doctorado en biología y más de nueve años revisando la literatura científica sobre el sueño infantil.
De hecho, ni eso hace falta. Basta con haber sido madre y haber oído llorar a mis hijos reclamando mi presencia.
Sí, creo que con eso basta. O debería bastar.
Desgraciadamente para muchas madres y muchos padres, eso no basta. Ellos ya han sido “Estivilizados” (o “Ferberizados” si queremos ser más internacionales) por todos esos profesionales que se empeñan en seguir subordinando la ciencia a los caducos determinantes culturales de nuestra (muy enferma) sociedad. Profesionales que, en equipo con periodistas manipuladores y sin escrúpulos, divulgan un mensaje envenenado de ignorancia, altanería, manipulaciones y mentiras.
Porque dejar llorar a nuestros hijos sí es malo. Muy malo. Es malo para ellos y es malo para toda la sociedad; para la humanidad entera. Porque cada vez que un niño llora ante la pasividad ―guiada por protocolos absurdos― de un adulto, no es que se muera un hada, es que nos morimos un poquito todos. Lo dice la ciencia y lo dice el corazón. Lo dice el instinto y el deseo. Lo grita cada célula de nuestro cuerpo. Y si nos liberamos de esa absurda programación que unos cuantos se obstinan por mantener, veréis como no nos cabrá ninguna duda de que ese llanto debe ser consolado inmediatamente. Ni uno, ni dos, ni diez, ni veinte minutos más tarde.
Y por favor, no dejes que nadie te convenza de lo contrario. Aunque sea un “mundialmente famoso” pediatra o presida una sociedad de neurología pediátrica. A la vista está que todo eso no es garantía de estar bien informado y actualizado.
Y si necesitas argumentos científicos, sobran. Aquí te dejo este vídeo de la conferencia de uno de los grandes: Jaak Panksepp.
Jaak Panksepp – Human Nature and Early Experience from ACEatND on Vimeo.
Esta conferencia pertenece a 2010 Symposium Presentations del William J Shaw Center for Children and Families, y Jaal Panksepp era un investigador de prestigio internacional, pionero en el estudio de la neurociencia afectiva. Fallecido en el año 2017, su legado es valiosísimo, y su influencia marca el desarrollo de numerosas generaciones de investigadores expertos en el mundo de las emociones.
Pero hay más, mucho más. Cientos de artículos científicos que te demostrarán sin lugar a dudas que dejar llorar a tu hijo es malo. Algunos los encontrarás en la sección de “Argumentos en Contra de las CBTs para Tratar los Problemas del Sueño Infantil” de el libro Dulces sueños. Otro artículo con excelentes citas bibliográficas es Desmontando a Estivill, de la psiquiatra infantil Ibone Olza.
Y esto es solo un aperitivo. Hay tantas evidencias (evidencias científicas, por mucho que a algunos les pese y se empeñen en negarlas) de lo importante que es atender y consolar INMEDIATAMENTE el llanto de tu bebé, de no dejarlo solo llorando en la oscuridad de su habitación ni medio minuto, que afirmar que dejar llorar a un bebé NO ES MALO porque no está científicamente demostrado es la mentira más absurda y dañina que te pueden contar.
Pero desgraciadamente, todavía te la están contando.
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